El algodón es uno de los cultivos históricos de la región. Su producción se remonta a los primeros años de ocupación por la gente que vino con el capitán Carlos G. Calles hace más de un siglo y las condiciones del terreno son propicias para el crecimiento y desarrollo del llamado “oro blanco”.
El presidente del Sistema Producto Algodón, Juan Armenta Magaña, aseveró que el gobierno federal no quiere saber nada del algodón transgénico, y no ha dicho por qué, pero está comprobado que ayuda a la conservación del medio ambiente, ya que es menos la cantidad de herbicidas y químicos que se usan para combatir a las plagas.
“Sencillamente, el algodón es un cultivo insignia en San Luis, es un valle idóneo para producirlo, al igual que el valle de Mexicali, también el de Yuma”.
El productor Juan Armenta aboga por siembra de algodón transgénico, recordó que hace tiempo, era un producto que se sembraba en prácticamente toda la superficie del valle (27 mil hectáreas).
Dijo que la siembra del algodón transgénico comenzó en el valle en 2008, y es prácticamente igual la calidad al algodón no modificado. La diferencia es el trato que se le da, que es menor al normal, por ende, es más económico.
“El transgénico tiene un gen resistente a las plagas y al uso de productos para el control de malezas, así de sencillo”.
En los años ochenta, se hacían aplicaciones de hasta 10 ocasiones en que se vertían sustancias químicas en las parcelas, para el control de plagas; con el transgénico, solamente es necesario usarlo una vez.
“Es algo que yo lo he dicho en varias reuniones en la Ciudad de México, con la gente de la Sader y del Medio Ambiente, utilizarlo es cuidar el medio ambiente. Eran miles de litros de agroquímicos que se dispersaban en el ambiente y los productos que se usan actualmente son más específicos ya no son los de antes”.
Explicó que son tan específicos que respetan a la fauna benéfica, van directamente a la planta, son menos dañinos para la salud y cuidan el ambiente, por ende, aumentan la producción.
En 1958, se sembraron 25 mil hectáreas en el valle, prácticamente todo, con un promedio de 4.5 pacas por hectárea (121 mil 500 pacas).
“Cuando comenzaron a sembrar en aquel tiempo, casi todo el valle lo sembraban de algodón, que, de hecho, fue el primer producto, luego vino el trigo”.
En los años posteriores, la superficie dedicada al oro blanco aumentaba o disminuía, según el caso; cuando tuvieron la crisis provocada por la mosquita blanca (en 1990), el cultivo despareció del valle.
“Cuando se reactivó el cultivo, en 1993, solamente se sembraron cinco hectáreas, de ese tamaño fue la devastación que provocó esa plaga en el valle”.
Con los nuevos productos, se pudo combatir efectivamente a la plaga, y, para 1994, el cultivo fue reactivado masivamente en todas partes. En ese año, se sembraron 2 mil 527, con un promedio de cinco pacas por hectárea (12 mil 635 pacas).
Posteriormente, la superficie se redujo porque entraron otro tipo de productos, tales como trigo, sorgo, alfalfa, varias hortalizas, etcétera.
Mencionó que, a pesar de los problemas de comercialización del algodón, todavía hay gente que le apuesta a ese producto, porque desde un año antes, ya se sabe cuál será el precio, a diferencia de otros productos.